Y sí, alguna vez me iba a tocar!!! :) En este post te cuento sobre mi experiencia usando un seguro de viaje: Cuándo y dónde fue, qué me pasó, como lo usé y cómo me atendieron, etc.
Mi experiencia usando un seguro de viajes
En toda mi experiencia viajera tuve mucha suerte y sólo una vez tuve que usar una asistencia al viajero. Ya te conté en varias oportunidades la importancia de tener un seguro de viaje. (Si te interesa podés leer el post completo con algunos consejos a tener en cuenta a la hora de contratar un seguro de viaje) pero te adelanto que hay opciones de seguro baratos o inclusive gratis con las tarjetas de crédito más altas.
La idea de este post es contarte, en primera persona, cómo fue para mí tener que usar el seguro de viaje por primera vez
Una experiencia previa en Sydney, Australia
Antes que nada contarte que en mi primer gran viaje, allá por el 2010, si bien no lo tuve que usar yo misma tuve un primer acercamiento al mundo de los seguros de viaje. Veníamos viajando por Nueva Zelanda durante tres meses y con amiga antes de volver a Argentina decidimos viajar a Sydney.
Cuando estábamos recorriendo la ciudad mi amiga casi se desmaya, nos preocupamos un poco porque ella es diabética desde niña pero se pudo controlar sola y pudimos continuar. Pero creo que fue al día siguiente el episodio le volvió a ocurrir. Se sentía muy mareada, con pérdida de equilibrio y ella sabía controlar bien su nivel de glucosa por lo que estaba muy segura que no tenía nada que ver con su diabetes (que sabía hace más de 20 años como tratarla) por lo que entonces nos preocupamos y decidimos consultar con un profesional. Ella llamó a su seguro de viaje -en ese momento Assist Card- y le indicaron a qué hospital debíamos ir. Fuimos y le hicieron varios estudios. Tenían tecnología de primer nivel y la atención también fue excelente. Le hicieron el control de glucemia, estudios de sangre y de orina y hasta estudios del cerebro. No encontraron nada.
Había sido un combo entre varias cosas: hacía unos días se había tirado en bungee jumping en Nueva Zelanda por lo que eso le podía haber causado una pérdida de equilibrio temporal sumado a que estábamos comiendo mal hace un tiempo, más el calor, y el stress y los nervios por volver luego de un gran viaje, etc.
En resumen la atención y el servicio fue excelente. Lo que pasó es que en ese momento tenían la modalidad de hacerlo todo por reintegro (es decir ella pagó con la tarjeta de crédito y después con todos los comprobantes cuando vino a Argentina le devolvieron todo el dinero).
Ahora hay dos formas: que en caso de asistencia la empresa se encargue de todos los pagos, o si al revés tenemos que adelantar el dinero que luego nos vendrá reembolsado una vez de vuelta a Argentina a través de reintegros. (Mi consejo es que es mejor que se hagan cargo ellos de todo ya que luego puede ser estresante buscar cada comprobante para enviar a la aseguradora y muchos trámites burocráticos pero es una cuestión personal).
Aclaración: No hay foto de ese momento porque en esa época no tenía celular inteligente, apenas una camarita digital que no llevé al hospital :P
Mi experiencia usando un seguro de viaje en Brasil (y durante mi cumpleaños!)
Ahora sí, respecto a mi experiencia usando un seguro de viaje debo decir que fue cual ley de murphy. Y sí, fue en mi primer viaje sola!!!! Fue en Buzios (Brasil) durante el 2015, después de dos meses de estar viajando sola por el país. Fue algo así.. (recreo la escena)
Me acuerdo que estaba en una habitación del hostel Che Lagarto en una habitación compartida pero que justo ese día no había nadie. Me desperté sobresaltada porque sentí la pierna acalambrada, quise levantarme y casi me caigo. Lo primero que pensé fue que me había quedado paralítica o que bueno, no sé, era parte de un sueño. Pero me pellizqué el brazo y dolió, estaba sucediendo de verdad. Miré mi rodilla izquierda. Estaba rígida y muy hinchada. Intenté flexionarla pero fue imposible, no respondía. Dolía bastante.
Como pude me arrastré por las escaleras (sí, la habitación estaba en un primer piso) y le dije al chico de la recepción que mirara la pierna (necesitaba urgente otra opinión!!) Me tranquilizó, me dijo que me acostara en una de las camas del piso de abajo, que pusiera la pierna para arriba y que me iba a llevar hielo para que se me deshinchara. Hice eso por un buen rato pero el dolor seguía. Pasaron las horas (mientras consultaba por whatsapp con mis amigos -porque claro está que soy cero deporte y jamás tuve una lesión!) Le mandaba fotitos y me aconsejaron que llamara a un médico.
Paralelamente como al otro día era mi cumpleaños me había reservado una habitación en un lindo hotel Serena Boutique, a 100 mts de la Playa de Geribá, y ya tenía que presentarme a hacer el check in. Lo que hice fue llamar a mi seguro de ese momento (Assist Card). Hablé con una mujer, le comenté lo que me había pasado y los síntomas y me dijo que en un rato iba a ir a visitarme un médico. Casi como si lo hubiera previsto (el reposo) decidí como podía (y con la ayuda de Sebastián el recepcionista) hacer la mochila y tomarme un taxi para el otro hotel para que el médico fuera directamente ahí a verme.
Finalmente vino a visitarme el médico, me revisó cuidadosamente la pierna y el cuerpo en general (me tomó la presión, la fiebre, la vista, etc), me hizo algunas preguntas de control y me dijo que tenía líquido acumulado en la rodilla. Lo que había sucedido es que los días anteriores había caminado muchísimo, había hecho varios trekkings con muchas subidas y bajadas y había hecho mucho esfuerzo con mi rodilla.
Me inyectó unos analgésicos para que me hiciera efecto rápido, me dio unos medicamentos para alivianar el dolor y aunque «le hice ojitos al doctor como diciendo peeeeero, peeeero mañana es mi cumpleaños no me querrás decir que tengo que quedarme quieta, no?» No logré mi cometido. Dos días de reposo mínimo, fueron sus palabras.
Para mi cumpleaños había pensado ir a Arraibal do Cabo, un lugar paradisíaco a pocos kilómetros de Buzios. Iría a la playa, nadaría en el mar, tomaría alguna caipirinha, conocería gente.
Pero no pasó nada de eso. Ajo y agua, pensé. Si hay algo que aprendí este último tiempo es que en la vida no se puede planear nada, que no tenemos nada controlado y que las cosas pasan cuando menos las pensas. Y debe ser por eso que adquirí un grado ya de adaptación tal que es lo que me salva para superar las cosas.
Si me preguntan jamás me imaginé que iba a pasar un cumpleaños en una cama brasileña con la pierna levantada. Y la imagen de hecho puede resultar bastante patética. Pero decidí tomármelo con calma y hasta me resultó bastante productivo.
Cuando estás viajando sola muchas veces tu cabeza está constantemente asimilando información, pensando en varios idiomas a la vez, tomando decisiones, negociando precios, sopesando posibilidades por lo que pasar todo un día entero sin pensar en nada más que en cuidarme, no fue tan malo. A veces el cuerpo pide un freno. Estar presente en una sola cosa y no dejar que mi cerebro se divida en veinte. Y aunque no elegí esa opción por algo suceden las cosas y está bueno parar, sí, también durante un viaje.
Y así fue como recibí mis 28 años sola en Buzios y con la pierna para arriba!. Podés leer la continuación de esta historia y todo lo que aprendí acá.
En síntesis, la atención fue 10 puntos. Me atendieron excelentemente, me dieron una solución y no pagué ni un solo peso. La asistencia se hizo cargo de todo.
La vez que casi lo vuelvo a usar en Barcelona
En el 2017 en un viaje también sola por Barcelona casi lo vuelvo a usar pero finalmente no llegué a usarlo porque tuve (otra vez) mucha suerte y conté con la ayuda de varias personas que se me cruzaron en el camino (y eso es lo lindo de viajar!) Transcribo lo que escribí en ese momento en una de mis redes sociales:
«No sé por qué escribo esto, o quizás porque siento que puede servir la experiencia a alguna mujer (justo hoy un blogguero de viajes pedía consejos)
Antes de salir de viaje sola por primera vez uno de mis mayores miedos era que me pasara algo. Anoche con Xavi subimos a los Búnkers del Carmel para admirar la vista de Barcelona desde ese mirador y tomar unas cervezas y mientras charlábamos debido al viento que había me entró algo en el ojo. Estaba tan oscuro que no podíamos ver nada y me la aguanté. Cuando me despedí de mi amigo y me dirigía a tomar el subte mi ojo latía cada vez más, me lloraba, y ardía (los que me conocen saben la impresión que me dan los ojos!).
Mientras esperaba para subirme al subte me sentía un poco mareada. Un catalán desconocido me habló para decirme que tenía el ojo muy rojo y si me encontraba bien. Era de noche y estábamos solo él y yo esperando el subte. Al ratito me subió un calor en el cuerpo -el ambiente estaba sofocante, había caminado mucho para lo poco que había comido y estaba muy acelerada por el trabajo- sentí las piernas flojas y decidí sentarme. El hombre se quedó a mi lado haciéndome preguntas hasta que llamó a un guardia. Yo le contestaba, mareada, pero consciente. Hasta que como hacía tanto calor allí, llegó una guardia mujer y el jefe de línea del metro y me llevaron arriba para que tomara aire.
Cuando subíamos las escaleras mecánicas me desmayé. Eso me dijeron, no recuerdo nada de ese momento. Desperté en otro lado, sin entender qué estaba pasando, buscando mi mochila. La mujer catalana me tomó de la mano, me tranquilizó y los hombres a mi lado me daban ánimo.
-Te desmayaste justo en el Metro de Hospital de Sant Pau, el hospital está a unos metros, qué puntería!- me decían para hacerme reír en ese momento tenso. Finalmente me atendieron muy amablemente Antonio y Jefferson, los médicos de la ambulancia.
Una vez recuperada del susto terminamos hablando del conflicto de Cataluña y España, de Messi y me hacían chistes con tal de hacerme reír y que la situación fuera lo más llevadera posible. Cuando regresé al dpto donde me hospedo, hablé con mi compañero y mi viejo para que se quedaran tranquilos y me tiré en la cama, pensativa.
Cuando hoy a la mañana le conté a Ricardo -el dueño del Airbnb donde me estoy hospedando- lo sucedido me dio su mirada. ¿Te diste cuenta que recién te desmayaste cuando te sentiste segura y acompañada? Antes te la bancaste sola. De esto también va viajar sola, no todo es color de rosa y uno aprende a superar los miedos
¡Hoy agradezco a todas esas buenas personas que anoche se me cruzaron en el camino y me ayudaron!
Pd. Ya estoy muy bien!»
Finalmente en esta oportunidad no tuve ni que usar el seguro porque me atendieron en la ambulancia que estaba dando vueltas en la calle en el hospital público y no me largaron hasta que no me sentí bien pero repito una vez más, no viajes a ningún lado sin asistencia al viajero o seguro de viaje. Si bien lo mío fue una «pavada» que no me impidió a seguir disfrutando mi viaje (sólo a frenarlo por unos días) hay casos muy graves donde contar con una asistencia al viajero realmente hace la diferencia.
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