En este post te cuento cómo es la experiencia de visitar Campanópolis, una aldea ecléctica construida con materiales reutilizados en González Catán, a 30 minutos de Capital Federal.
De visita por Campanópolis
Escaleras oxidadas que no van a ningún lado. Rejas que no protegen. Puentes que dan al vacío. Decenas de puertas que no se abren. Un toldo bajo techo. Una pata de una mesa, usada como pararrayos. Un ascensor y un semáforo en el medio de una plaza. Una bomba de agua arriba de un poste de luz. En Campanópolis no hay lógica. Su creador, Antonio Campana, rompió las leyes de la funcionalidad y creó una aldea insólita a base de materiales reutilizados en un predio de 220 hectáreas en González Catán, al oeste del Gran Buenos Aires.
A simple vista, Campanópolis parece sacada de un cuento fantástico de Disney o de una filmación de Tim Burton o de Harry Potter. Una aldea inspirada en diversos estilos del medioevo europeo unidos pero que posee un ecléctico estilo propio: callejuelas empedradas, torres, molinos, vitreaux, castillos, recovecos, casas en el bosque, pasajes secretos, museos y aljibes. Pero la clave está en mirar los detalles. Hacer foco y prestar atención a lo que conforman cada una de las estructuras. Aquí nada es lo que parece a simple vista. Cuando observamos con el ojo afilado, todo cambia. Un techo puede estar hecho de una puerta de un placard o formado de adoquines. Varios objetos metálicos y brillantes empotrados en una pared a modo de decoración pueden ser nada más, ni nada menos que manijas de ataúdes rescatadas de un cementerio.
¿Campana era un loco? ¿un genio? ¿un artista? Depende de quién lo mire. Sin duda, fue un hombre extravagante y tenaz sin ningún estudio de arquitectura pero con un posgrado en imaginación y creatividad. Por momentos me hacía acordar a la genialidad de Gaudí por su inmensa capacidad creativa y de vanguardia artística; y por otros, a un chatarrero. Esa dualidad me atraía cada vez que caminaba por los recovecos de Campanópolis con mi cámara en mano y me perdía en sus detalles.
Un poco de historia de Campanópolis
Antonio Campana era un hijo de inmigrantes italianos, de la región de Calabria, en el suroeste de Italia. Nació en 1933 en Avellaneda y se crió en Caballito. Durante su juventud intentó estudiar varias carreras (nunca arquitectura) pero las abandonaba siempre por razones de trabajo y falta de tiempo. Tenía un pequeño almacén que fue creciendo gracias a la enseñanza de sus padres que, como buenos inmigrantes, le inculcaron la cultura del trabajo y el esfuerzo. De a poco, fue agregando algunos comestibles y artículos de limpieza a su emprendimiento comercial. Hasta que a los 23 años fundó el primer autoservicio de comestibles mayoristas del país. Años más tarde se casó, tuvo tres hijos pero nunca dejó de trabajar.
Ya establecido como un gran almacén mayorista de comestibles y supermercados, siguió desarrollando sus actividades en la provincia de Mendoza, comenzando a fabricar su propia línea de conservas enlatadas producidas en propias fincas. Como lugar de descanso e inversión, había comprado 220 hectáreas en González Catán. Era una época donde dormía poco y llevaba una vida comercial exitosa. Hasta que un día todo cambió.
A los 50 años, le diagnosticaron cáncer de amígdalas, lo que generó un cambio muy brusco en su vida. Cáncer terminal. Le habían pronosticado de 2 a 5 años de vida. Decidió entonces, en los años 80, comenzar a darle forma a un sueño que tenía. Ese que lo haría estar ocupado y que (creer o reventar) lo mantuvo vivo durante 25 años más.
Las tierras que había adquirido, se las habían expropiado por el CEAMSE durante la Dictadura Militar y durante más de cinco años se usó para relleno sanitario, dejando una gran secuela de contaminación ambiental. Don Antonio entró en un largo proceso judicial hasta que finalmente recuperó el predio. Limpió el terreno y plantó cientos de árboles. Haciendo uso de su gran creatividad, y conciencia ecológica, empezó a recorrer subastas y remates de casas antiguas de alto valor patrimonial (era la época de las demoliciones en la ciudad de Buenos Aires por la modernización) y comenzó a construir un mundo nuevo con un amplio espíritu ecológico y regenerativo. Se desprendió de sus empresas y construyó esta aldea para él y su gente, familia y amigos, sin sentido comercial. Un lugar que nunca se habitó y no se piensa habitar.
Su característica es el uso de materiales reutilizados, la creatividad, la imaginación y la originalidad. Rompió todos los moldes de la construcción porque hizo lo contrario de todo arquitecto. En base a lo viejo construyó lo nuevo y el trabajo y amor que le dedicó a su obra le alargó la vida.
Los guías de la visita -muchos de los cuales conocieron a Don Antonio Campana- lo describen tan extravagante como sencillo. Dicen que se lo podía ver con su delantal lleno de cal entre los albañiles y que a veces los mismos vecinos lo confundían con un obrero.
Gracias a los guías me enteré que bajo el lema de nada se tira en esta aldea hay varios objetos pertenecientes a la historia argentina: butacas del Cine Güemes, un ascensor que perteneció al Banco Nación, durmientes de los ferrocarriles, listones de maderas de la cancha de Argentinos Juniors, columnas de las Galerías Pacífico, tubos de barco del puerto de La Boca, relojes que formaron parte de la estación ferroviaria de Retiro y hasta una escalera que rescató de la Basílica de Luján. Don Corso era un amigo suyo y un gran historiador e iba anotando en cuadernos de dónde Antonio iba consiguiendo todos esos materiales para construir su aldea. Cuando Corso falleció, Antonio le puso su nombre a uno de sus pasajes estrechos de la aldea que se asemeja a uno de los tantos pasadizos del Callejón Diagon de Harry Potter. Sin embargo, cuando el profesor Corso murió y ante el apuro de Antonio de terminar su obra hay cientos de objetos que aún se desconocen su procedencia y se vuelven un misterio.
Durante el recorrido por Campanópolis se pueden visitar varios sitios como las 12 casitas del bosque, el Salón de la Moneda, la Calle Doña Teresa, el pasaje de la Campanita, el Castillo de las Cebollas, el Pasaje del Búho, el Museo de los Caireles, la Casa de Escoria, la Casa Proa de Barco y cientos de espacios secretos. Además en el predio hay varios museos entre los que se destacan el del Hierro, lleno de planchas de vapor, antiguas máquinas de coser, cajas fuertes, cerraduras, y el de la Madera con una amplia colección de patas de sillas, tablas de lavar la ropa, morteros, moldes de zapatos y escaleras.
En el 2008 Don Antonio murió a sus 75 años dejando una parte de su obra inconclusa (lo que sería llamado luego como la Nueva Campanópolis). En la visita se puede distinguir una serie de edificios sin terminar -con tonos más coloridos y con más curvas- pero que se vislumbran con un estilo más onírico y una faceta más fantástica de su creador.
Desde el 2015 sus hijos decidieron abrir el espacio al público con visitas guiadas y hoy en día Campanópolis representa un excelente paseo para quien le interese descubrir esta aldea tan insólita como mágica. Una única advertencia: llevar cámara en mano, abrir bien los ojos y dejar en casa las estructuras lógicas. A Campanópolis se llega volando con la imaginación.
Información útil: Cómo visitar Campanópolis
Dirección:
- La dirección exacta es Calle Bariloche 7200 (Altura Ruta Nacional 3, Km.31,200), González Catán, La Matanza.
Distancia
- Desde La Plata se encuentra a 90 km
Cómo llegar
- En auto: La mejor forma de llegar es en auto. Hay dos alternativas. Se puede llegar por la Av. Gral Paz y luego continuar por la Av. Juan Manuel de Rosas (Ruta 3) hasta el Km 31,200 y tomar calle Bariloche. También se puede tomar la Autopista AU1 Dellepiane y continuar por Autopista Richieri, salir en la calle Martín Güemes y continuar hasta la Ruta 21 hasta la Ruta 3.
- En combis & tours: Hay varias agencias como Flor de Buenos Aires que ofrecen salidas a Campanópolis.
- En tren: Tomar el Tren Belgrano Sur hasta la estación González Catán y desde allí un remissse o taxi hasta Campanópolis.
- En colectivo: Se puede llegar con la línea de colectivo 86 ramal a Catán que tiene su parada en el kilómetro 30 de la ruta 3. La altura de la ruta 3 que corresponde a la ubicación de Campanópolis es km 31.200 a esta altura desde la ruta por la calle Bariloche son 12 cuadras. Otras líneas de colectivos que te dejan cerca, 620,218,193.
Cuándo se puede visitar Campanópolis
- Los días y horarios de las visitas son programados y se debe reservar con anticipación:
- Miércoles y viernes de 13 a 17 hs.
- Sábados de 9 a 13 hs.
- Domingos y feriados cerrado (Los días domingos están reservados para eventos sociales y privados). Algunos domingos de feriado puente abre pero se sugiere revisar el calendario en la web.
- TIP: Recomiendo ir bien temprano porque vale la pena recorrer durante horas el lugar.
Cuánto cuesta visitar Campanópolis
Visitas guiadas particulares
- Entrada: $1300.
- Menores hasta 12 años: $900.
- Menores de 2 años: Gratis.
- Con certificado de discapacidad: Gratis. El acceso gratuito se extiende a un (1) acompañante cuando el certificado de discapacidad incluya la acreditación de tal requerimiento.
- Para consultar las fechas disponibles y reservar tu entrada hacer click acá. Recordá que las entradas se adquieren únicamente desde el sitio web con reserva y pago previo.
- No se puede ir sin entradas al predio ya que no hay boletería en la entrada.
- La visita puede ser reprogramada hasta con 24 horas de anticipación enviando un mail a eventos@campanopolis.com.ar por única vez.
- Las compras realizadas no admiten devolución.
Qué visitar en Campanopolis
- La visita guiada es de una 1 hs aproximadamente con el fin de explicar la historia, la construcción, el cuidado de la ecología y el medio ambiente de la aldea a lo largo de casi 40 años. Podés visitar el interior de sus construcciones y museos (cierran a las 12:30).
- El resto de la visita se puede pasear y disfrutar del predio, hacer fotografías sólo con fines turísticos, no comerciales ni publicitarias y hacer un picnic. Podés permanecer durante cuatro horas en el predio.
- Algunos de los imperdibles de Campanópolis:
- Las 12 casitas en el bosque
- El molino holandés
- El pasaje Profesor Corso
- La Nueva Campanópolis
- Capilla colonial
- Ferroteca o Museo de Rejas
- Casa de Piedra
- Museo de Madera o Palitos
- Casa de Escoria
Más información
- No está permitido el ingreso con animales al predio.
- La visita guiada no se suspende por lluvia. Se sugiere concurrir con vestimenta apropiada.
- El lugar tiene un food truck con panchos y hamburgesas y un pequeño kiosco por si necesitás comprar bebidas frías, café, té y snacks. También podés llevar tu propia comida y hacer un picnic en el predio (no se permite hacer asado).
- Campanópolis no cuenta con hospedaje.
- Está prohibido volar drone los días de visita guiada.
- Hay un estacionamiento gratuito dentro del predio.
- La aldea también se usa para eventos sociales o producciones. Disponen en las instalaciones lugares aptos para hacer make up y cambios de vestuario. Por ejemplo, formó parte del programa de History Channel “History Travel with Mark Powell”, fue el sitio en el que la banda mexicana Maná presentó su disco “Drama y Luz” donde se filmó Chiquititas. Para más información consultar acá.
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