Viajes Sincronizados: N°2 #ElHiloDeAriadna

En este post jugamos con viajes experimentales y viajes sincronizados. El desafío se llama #ElHiloDeAriadna.

¿Quién dijo que para viajar hay que irse lejos y tener mucha plata? Hay veces que tengo ganas de estar en viajera modo ON en mi propia ciudad. Me pongo unas zapatillas para caminar, agarro un cuaderno, la cámara de fotos y salgo a pasear. El feriado del 24 de marzo fue uno de esos días. Pero antes de salir sin rumbo decidí continuar con el experimento de los viajes sincronizados con Merchu (para saber de qué se trata podés leer sobre el viaje sincronizado N° 1 acá). Esta vez jugamos a seguir el «Hilo de Ariadna», en relación al concepto mitológico del Laberinto de Creta para esconder al Minotauro.

A cambio yo le dí mis 5 lugares favoritos de Auckland:

Este fue mi recorrido- hilo de Ariadna-, en total caminé casi seis kilómetros y me llevé un montón de postales aquella mañana de otoño. Cuando pensé que ya conocía bastante a La Plata la redescubrí durante un feriado bien temprano mientras la gente aún estaba soñando. Creánme que en sus calles vacías seguían pasando cosas. Siempre están ahí pero no las vemos inmersos en nuestras rutinas. Y los viajes tienen eso de loco y de lindo: nos despiertan los sentidos…

Salgo a las 8.30 y aún se escuchan los cantos de los pájaros. Me cruzo una chica abrigada en bicicleta. A lo lejos, un hombre de más de sesenta años lleva una bolsa con facturas en sus manos. Miro desde arriba del puente y me pregunto a dónde irá la gente. ¿Qué estarán pensando en este momento?

Juego con las sombras, observo los detalles y descubro tramas en la construcción inglesa….

El puente peatonal de la Estación de Trenes de Tolosa fue erigido en 1920 y tiene un especial valor sentimental para los habitantes del barrio. Por eso entiendo por qué Merchu, tolosana de nacimiento, quería que pasara por este lugar. Durante muchos años los vecinos contemplaron impotentes como el puente se iba deteriorando, víctima del paso del tiempo y el abandono hasta transformarse en una masa gigante y oxidada. Por eso también, la alegría de su reconstrucción.

Cuenta la leyenda que entre todos los bulones utilizados se esconde uno de oro, disimulado y pintado como el resto, y colocado allí como un ícono de buena suerte. ¿Será verdad?

Para llegar al segundo punto elijo caminar derecho por 1 hasta 36, doblar a la derecha hasta 5 y caminar hasta 38. En el camino me llaman la atención algunas puertas, ventanas, pintadas políticas y árboles floreados que parecen que aún no se enteraron de la llegada del otoño.

Para los platenses sólo basta con decir “la casa redonda” para saber de qué estamos hablando. Esta casa circular, de múltiples ventanas que adivinan el recorrido solar, parece interrumpir la idea de que La Plata es una ciudad de líneas rectas y diagonales. Supone un punto de descanso para la vista del peatón ya que no pasa desapercibida para ningún automovilista o transeúnte que cruce por la esquina de 5 y 38. Según lo que leí fue diseñada y construida en los años 60  por el ingeniero Di María y  fue su hogar hasta 1990, cuando la adquirió su dueño actual.

Muchos dicen que para entender mejor la estructura de esta vivienda, se podría comparar con el corte que se le realiza a una torta de cumpleaños: al medio un círculo y alrededor las porciones, que son los diferentes compartimentos de la casa. Otra de sus particularidades es que el sol entra durante todo el día, por las 21 ventanas que tiene, interesante ¿no?

Durante la semana es muy común ver a a estudiantes de diseño gráfico o arquitectura fotografiándola o dibujándola.

Confieso que cuando Merchu me escribió «Plaza Rivadavia», la tuve que buscar en un mapa de la ciudad. Desconocía el nombre de aquella plaza por más que pasé cientos de veces. Para mí era la plaza de la «Casa de Curuchet» o en su defecto, la de 1 y 51.

A medida que camino, aumenta el calor y me detengo a descansar en un banco de piedra. Es la primera vez que veo la avenida 1 con tan poca gente, es una calle muy circulada durante la semana.

Aprovecho y me detengo a fotografiar las pintadas callejeras, los que me conocen saben que cada vez que viajo me llama la atención todo lo que tiene que ver con el arte callejero del lugar, de alguna manera siento que estas obras de arte efímeras reflejan la cultura local y son las que mejor miden el termómetro del momento social que se está viviendo en un lugar.

No hay niños en la plaza, tan sólo palomas que comen restos de basura y colillas de cigarrillos tiradas…

Para llegar al Pasaje Dardo Rocha tomo la avenida 51 y camino derecho por una de las avenidas principales. En el camino me detengo a sacar fotos a los tilos -tan característicos de mi ciudad- pero en su versión amarilla amarronada.

Este edificio es uno de los más bellos de las época fundacional de La Plata. En sus principios operó como Estación Ferroviaria (se llamaba Estación “19 de Noviembre”) y hoy es un centro cultural donde también funcionan varias dependencias del Municipio.

¡Qué placer caminar por la avenida 7 desértica! Debe ser la calle que más veces transité durante mi vida: caminando, en auto y en micro. Siempre un caos de tránsito, lleno de gente, bocinazos, piquetes, etc. Los comercios tienen las persianas bajas y eso me permite descubrir todos los graffitis que se pintan durante las noches.

Si te gustó este relato, invito a leer la otra parte de este viaje sincronizado en Alterno discurrir de Merchu.

Post Relacionados

• Guía con información útil para viajar a La Plata
• Viajes Sincronizados: N°1 #TripRainbowChallenge

¡Muchas gracias por leer el post! ¿Te gustó?  Si te resultó útil, me podés agradecer difundiéndolo en tus redes sociales, dejándome una reseña en google o invitándome un cafecito simbólico que me ayudará a seguir creando mucho más contenido gratuito y así seguir motivando a que más gente viaje cada vez más. 

 

¡Hacé click acá y conseguí los mejores descuentos para tu viaje!