Cerro Piltriquitrón, un refugio lleno de energía en El Bolsón

En este post te cuento sobre el Cerro Piltriquitrón, la imponente montaña que protege al pueblo patagónico de El Bolsón.

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Como girasoles violetas pero cubiertos de espinas
acompañan los pasos de los viajeros
que caminan sobre el faldeo seco
hasta llegar a la cima del Piltri,
un misterioso cerro colgado de las nubes,
donde las penas, como si se trataran de un viejo truco de magia,
desaparecen entre los cipreses y coihues

Aclaración: Este fragmento es parte de un poema llamado «Refugios» que pertenece a mi libro «En Movimiento, geografía interna de una chica que viaja de acá para allá«.

Como dice el poema que escribí hace unos años, cada vez que subo al Cerro Piltriquitrón siento que la tristeza se me va y me recargo de una energía transformadora, rodeada de naturaleza.

Es difícil explicar con palabras lo que siento cada vez que lo visito (ya he ido más de 5 veces) pero me resulta tan imponente que es como si me sintiera pequeña y me recordara que somos tan solo unos puntitos en el universo. Me hipnotiza su tamaño, sus formas y texturas, su bosque de cipreses y coihues, su cumbre nevada y ver el sol caer entre sus laderas.

No importa en qué parte de El Bolsón estés, o cualquiera sea el lugar a dónde decidas ir, sólo con levantar la vista tendrás siempre como punto de referencia al Cerro Piltriquitrón. Desde donde lo mires, parece proteger al pueblo patagónico y a sus habitantes, quienes lo llaman cariñosamente «El Piltri».

El Cerro Piltriquitrón se encuentra a 11 km del centro de El Bolsón, en la provincia de Río Negro, Argentina.

En lengua mapuche «Piltriquitrón» significa “colgado de las nubes” y según las leyendas que se cuentan entre los pueblos originarios de la región y los que estudian magnetismo consideran que este cerro es un reservorio de energía positiva y curadora; un centro energético. Yo misma lo he experimentado varias veces y aunque es difícil de explicarlo con palabras una se siente mejor luego de subir al cerro. Creer o reventar.

Para llegar desde El Bolsón hay que salir de la Estación del ACA (sobre la Avenida San Martín) por la Ex-Ruta Nacional 258 (actual Ruta 40) hacia el sur y a aproximadamente 2 kilómetros del ACA se encuentra el cartel que indica la calle de acceso hacia la izquierda que te lleva hasta la base donde hay una playa de estacionamiento.

Si bien se puede ir caminando desde el centro hasta allí no vale la pena (y cansa) y recomiendo ir en auto propio, tomarte un remisse en grupo (aprox $1000 x 4 personas) con las traffics que salen desde la Plaza Pagano o también podés hacer dedo en la Ruta 40 que pasan varios autos.

Son 13 km de un ondulante camino de ripio y pedregoso que va subiendo por el faldeo hasta llegar a la parte plana que la llaman «La Plataforma». Este es el punto de partida hacia el refugio del Cerro Piltriquitrón, la cumbre y la pista de lanzamiento de parapente. Desde allí está la opción de tirarte en parapente a una altura de 1.200 metros sobre el nivel del mar donde obtendrás una vista espectacular de los valles de El Bolsón, de Lago Puelo y El Hoyo, así como la emblemática Ruta Nacional 40. Es considerado uno de los mejores lugares de Argentina para la práctica de este deporte.

Una vez en la plataforma podés hacer el trekking de 45 minutos/ 1 hora (dependiendo el ritmo de marcha) entre cipreses y coihues hasta llegar al Bosque Tallado, ideal para ir con niños. Este sendero no tiene una gran dificultad aunque podés llegar a notar la altura y puede que te agites. Hay varias paradas con bancos de madera para reponer el aire.

El Bosque Tallado es un lugar que fue creado en 1998 por la iniciativa del escultor Marcelo López quien se le ocurrió hacer un homenaje a la madre naturaleza. Junto con distintos escultores locales y nacionales realizaron unas 60 esculturas que fueron talladas sobre los árboles secos y caídos (lengas) que habían sufrido un incendio en 1978, producto de una negligencia humana.

En el camino podés ir parando en los distintos miradores para admirar los picos nevados de los cerros Lindo, Hielo y Azul.

La entrada al Bosque Tallado (2021) cuesta AR$150 por persona. Allí hay baños, podés cargar agua potable fresca y también comprar bebidas y comida.

Luego te recomiendo que subas unos 300 metros más (que se hacen en aprox 15 minutos) para llegar al refugio, a 1200 metros sobre el nivel del mar.

Allí encontrarás un mirador que vale la pena para quedarse un buen rato contemplando el paisaje patagónico y descubrir el poblado de El Bolsón desde arriba. Las vistas panorámicas son increíbles.

Siempre que subí lo hice de la mano de una amiga local por lo que me ayudaba a reconocer los cerros como Cerro Lindo, la localidad de El Hoyo, Lago Puelo, una punta del lago Epuyén que se asoma tímidamente y el cerro Tres Picos que da marco al valle del río Azul. Dicen que en días despejados se puede llegar a ver el cerro Tronador y el volcán Osorno, en tierra chilena.

En el refugio podés aprovechar para hacer un buen descanso y reponer energías. Hay baño, podés cargar agua para el mate y te recomiendo el chocolate caliente y probar una torta casera para merendar o si preferís lo salado también hay pizzas con cerveza artesanal.

Allí se puede pernoctar (hay que llevar tu propia bolsa de dormir) y acampar en el camping de su alrededor.

Para muchos viajeros el recorrido termina en el refugio donde podrás obtener hermosas vistas pero quienes deseen continuar la caminata pueden acceder a la cumbre del Cerro Piltriquitron que se encuentra a 2260 metros sobre el nivel del mar.

De todas las veces que subí una vez le dije a mi amiga: Esta vez quiero hacer cumbre. Y allá fuimos.

Detrás del refugio sale otro sendero que lleva hasta la cumbre. Son aproximadamente unas dos horas y media / 3 hs más (depende del ritmo de cada uno) desde el refugio. Y aunque no es para todo el mundo, ya que el ascenso es difícil para quienes no están acostumbrados al trekking de montaña vale la pena ya que te llevarás la mejor vista panorámica de la región.

El sendero se interna en un profundo bosque de montaña, de lengas. Después de un rato las piernas entran en calor y el cuerpo se acostumbra. El viento pega en la cara y se siente un frío que quema.

El camino está marcado por unas piedras pintadas de blanco y rojo que remonta un arroyo (ideal para cargar botellas con agua) y permite llegar a la cima del “Piltri”.  Luego el paisaje se convierte en rocoso y árido. La sensación es la de estar paseando por una superficie marciana.

Es muy probable que incluso en pleno verano te encuentres con manchones de nieve en el camino. ¡Miren mi cara de felicidad jugando, era la tercera vez que veía nieve en mi vida!

La caminata es exigida ya que hay tramos empinados y la tierra está floja y las piedritas se desprenden lo que implica subir (y luego bajar) con mucha precaución.

Cuando pensás que no das más, llega la recompensa. Un monolito de piedra te marca la llegada y el viento sopla bien fuerte allá arriba. Esa energía sanadora, difícil de explicar, se siente. Y tus ojos observarán una imagen difícil de olvidar: montañas con picos nevados, lagos azules verdosos y los pueblos cercanos del tamaño de una maqueta de arquitectura.

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