Popurrí en la segunda semana en Auckland: una coreana en mi habitación, en búsqueda de una visa y Skype nos acerca.
Popurrí en la segunda semana en Auckland
Una coreana en mi habitación
En esta segunda semana llegó a mi casa una nueva integrante. Se llama Su Yeon Park y es coreana. Ni bien se presentó, se debe haber dado cuenta de mi cara de no haber entendido nada su nombre (los que me conocen saben que tengo una cara extremadamente expresiva) por lo que me dijo que simplemente la llamara “Su” (por dentro me reí mucho pensando en mis espontáneos amigos Gabo y Marisú que creo que hubieran dicho: “Como la Su Giménez!”. Le dije que me llamaba Gil (también decidí ahorrarle sílabas). Que feliz que me sentí allá al no tener que escuchar cada vez que me presento el típico: ¡¿Gilda como la cantante??!!
Su es bajita, de pelo negro y ojos almendrados (si, claro… como cualquier asiática dirán. Es cierto, pero les juro que después de ver todos los días coreanos, japoneses y chinos y establecer contacto con ellos, de a poco uno solo empieza darse cuenta que tienen algunos rasgos especiales diferentes). La nariz de Su Yeon es chata; los labios gruesos y en su frente ancha se resaltan las cejas prolijamente depiladas.
Nació en 1989 y tiene 22 años. Confieso que no soy amante de las matemáticas pero en esta ocasión no me confundí. Repito: es del 89 y tiene 22 años. Según la tradición coreana, la edad de una persona se cuenta desde la concepción. Los recién nacidos empiezan teniendo un año y cada Año Nuevo agrega un año a la edad de la persona, en vez de agregársele el día del nacimiento. Otras culturas asiáticas comparten este mismo sistema pero está siendo poco utilizado. En Corea, en cambio, en la vida diaria es comúnmente usado con excepción del sistema legal que se hace a la manera occidental. Me costó entenderlo al principio, no le encontré sentido, pero de eso se trata viajar e intercambiar culturas. Hay cosas que no se comparten y simplemente se aceptan como son.
Su tiene un hermano menor de 18 y está en segundo año de la Facultad de Ciencias Económicas en su país. Siempre pensé que los asiáticos eran muy fríos y agresivos pero Su es de lo más amigable y simpática. Se interesa en saber cosas de mi país por lo que en la cena o antes de dormir, nos acostamos y nos quedamos charlando horas. La primera semana me costó entenderla, su inglés es bastante elemental pero está aprendiendo rápido. Al principio era gracioso, nos comunicábamos casi por señas, después pasamos a hablar con monosílabas o a lo tarzán, y finalmente mejoramos. Y sino, de alguna manera nos hacemos entender. Hay gestos que son universales.
Hemos tenido charlas de lo más superficiales (cómo se depilan o se maquillan las mujeres en Corea) hasta más serias como cuestiones políticas entre las dos Coreas. Aproveché mis recientes conocimientos de historia del siglo XX donde había estudiado la guerra de Corea con Pujol para saber la opinión de una nativa. Ella es de Corea del Sur y no conoce la República Popular Democrática de Corea, me contó que es muy difícil cruzar la frontera.También nos divertimos intercambiando palabras de nuestros idiomas. Le enseñé algunas en español y aprendí otras en coreano, muy pocas…es demasiado difícil!
Su Yeon es muy coqueta; se maquilla todos los días bien temprano, aún para estar dentro de la casa. No saben la alegría que tuvo el día que como extrañaba a su familia, para que se distrajera y para levantarle el ánimo, le dije que me podía pintar las uñas de naranja! Puajj Horrible. Para ella fue como hacerle un cambio de look a la cholito.
También es golosa, está aprovechando que está lejos de su familia que parece que la tienen bastante cortita con la comida (fuera de broma, creo que en Corea tienen algún tabú particular con el tema de la belleza y la gordura). Si las mujeres pesan más de 53 kilos ya son consideradas como personas gordas. Como en Nueva Zelanda no tiene esos complejos, se está dando todos los gustos. Los muffins de chocolate de Countdown son su debilidad. La primera semana engordó 5 kilos.
Dejo la “biografía” de Su a un lado y retomo a mi segunda semana pero quería que la conocieran brevemente ya que es una de las personas más interesantes y valiosas que conocí en este viaje.
Skype nos acerca
Otro hecho particular que me pasó esta semana fue que tuve mi primer contacto con mi familia y mi amiga Coty que es como una hermana que no tengo. Me había hecho socia de un Cyber que por una promoción me daban diez horas de Internet por un mes, por 20 kiwis. Era una buena oferta y era la época en que tenía plata. Cuestión que con el Cyber aproveché para usar Skype. Me alegró ver con la cámara a mi mamá y a mi abuela Estrella. De fondo pude ver que mi pieza estaba igual que siempre, aunque un poco más ordenada. Parecía que mi vieja aprovechó mi ausencia para hacer un poco más de limpieza. Mi gato estaba hinchapelotas y cariñoso como de costumbre. Mientras hablábamos saltó a la falda de mi mamá, como si presintiera que estaba hablando conmigo.
Cuando hablé con Coty me invadió un sentimiento raro. Tenía muchas ganas de verla, sobre todo de escucharla pero ni su cámara ni su micrófono andaban así que ella me miraba y me escuchaba y yo me tenía que conformar con leer lo que me escribía. Era muy gracioso porque por la diferencia horaria me tuve que comunicar a las siete de la mañana de Nueva Zelanda y estaba recién levantada, con una cara de dormida tremenda. Fue muy loco sentir que estábamos tan pero tan lejos. Fue raro hablar como siempre pero en vez de decirnos “en la semana mateamos” despedirnos con un “te extraño”, “mandá mails con novedades”. A la distancia, las cosas tienen otro color. Uno valora más hasta los pequeños gestos. Me acuerdo que ese día salí contenta del Cyber y riéndome con el empleado del local a quien le hablaba en inglés y resultó ser mexicano.
En búsqueda de una visa
Ese mediodía fuimos con Jose al Consulado de Australia en Auckland para solicitar la visa de turista. Después de tanto trámite en Buenos Aires creo que hasta recé para que nos la dieran en NZ. La tercera visa tenía que ser la vencida o seriamente iba a empezar a creer que “el mundo del visado” estaba en mi contra. Además, si necesitábamos otro papel a esa altura ya estábamos fritas. Cuando nos tocó el turno nos mandamos muy seguras a mostrarles la enorme cantidad de papeles que habíamos traído (o al menos eso creíamos). El chico rubio que nos atendió nos pidió el formulario, el pasaje, un comprobante de estudio o trabajo en Argentina, una foto y un comprobante de dinero. Teníamos todo y más, respiramos tranquilas. Le mostramos orgullosas nuestras fotocopias de las partidas de nacimiento debidamente certificadas (acuérdense de los trámites que tuvimos que hacer para llegar a esto!). “What is this? Is not necessary!”, nos dijo el neocelandés. Qué lástima que no había nadie para sacar una foto a nuestras caras de estupefacción. ¿¿Cómo que no era necesario??? Lo queríamos comer crudo, por lo menos…no sé… mentime, decime que no perdí días enteros en capital haciendo trámites y gasté dinero en firmas y sellos sin razón de ser. En ese momento también me acordé bastante del apodado “apostillador”, el chico del Ministerio que nos había dicho todos los trámites que teníamos que hacer. Sinceramente lo maldije bastante pero ahora si me está leyendo sabe que está perdonado gracias a los efectos de un té.
Igualmente parecía a propósito, pero siempre nos faltaba cinco para el peso. Cuando le dimos nuestros resúmenes de cuenta de la tarjeta de crédito (traducida) el neocelandés del Consulado dijo que eso no servía para justificar que íbamos a tener dinero. Le contamos que teníamos dinero en efectivo, hasta desesperadas le gritamos que lo teníamos ahí encima, que se lo mostrábamos. Lo tenía en un monedero en mi cintura. Ya me había acostumbrado a tenerlo conmigo. No me lo sacaba nunca, no sea cosa que me lo robaran o lo perdiera! Solo me lo sacaba para bañarme, hasta dormía con él. Un poco paranoico lo mío quizás. Era como una parte de mi cuerpo: dos piernas, dos brazos, una cabeza y un monedero. Encima era pesado porque, no se crean que llevaba monedas de oro, pero si una cadenita religiosa que me había dado mi abuela para que me acompañara en el viaje. Como la religión no va mucho conmigo no me la quise poner en el cuello pero la acepté como una reliquia que pertenecía a un familiar muy querido. Son esas cosas que dan gusto tenerlas un tiempo y que hay que cuidarlas demasiado. En fin, retomo al tema de la visa. La conclusión fue que nos iban a dar el visado porque cumplíamos los requisitos; solo faltaba hacernos una cuenta en Nueva Zelanda, depositar algo de plata y pedir un comprobante al banco para demostrar que teníamos dinero depositado. Puf! Otro trámite mássss!. Por suerte, el empleado del banco nos simplificó las cosas, fue más fácil de lo pensado y hasta gratis. Claro, nos acordamos que se trataba de un país desarrollado. Además, ahora podíamos depositar la plata ahí y no llevarla siempre con nosotras. Finalmente, después de tanto trámite, a la semana siguiente obtuvimos nuestro bendito pasaporte con la visa de Australia aprobada! Una buena por fin!!
Bonus Track: Tips Viajeros
Post Relacionados
¡Muchas gracias por leer el post! ¿Te gustó? Si te resultó útil, me podés agradecer difundiéndolo en tus redes sociales, dejándome una reseña en google o invitándome un cafecito simbólico que me ayudará a seguir creando mucho más contenido gratuito y así seguir motivando a que más gente viaje cada vez más.
¡Hacé click acá y conseguí los mejores descuentos para tu viaje!
5 Comments
Gil
Muchas gracias Ana!
Ana O'Reilly
Acabo de dar con tu blog. Muy lindas aventuras! Segui escribiendo :)
Anonymous
Muy bueno!!! salvo por la parte de maldecir al «apostillador» el resto me gusto bastante jeje, cumpli mi promesa… besoooooo
Apostillador
JM
No pierdo las esperanzas, en el próximo viaje me vas a traer uno! jajaja! Muy buen viaje el suyo Selis! Beso
Co
AMIGA! Q LINDO POST!.. ME MATO CUANDO CONTAS QUE EN EL HOSTEL, ELLOS ESTABAN CENANDO Y UDS COMIAN PAN CON ATUN! POBRECITAAS! JAJAJA
TE QUIEROO MUCHO AMIGAA!.. MUCHO MUCHO!
pd: prometo comprarme un mic! jaja y una webcam
Comments are closed.