En este post te cuento cómo fue empezar el año 2014 en la Isla Salango en Ecuador.
Primer día del 2014 en Isla Salango, Ecuador
─¡3, 2, 1…Feliz año nuevooo! ─gritamos todos y las parejas comenzaron a besarse y las familias y los amigos a abrazarse y a levantar sus copas.
Sobre la playa ecuatoriana de Puerto López había bares con lámparas de colores, reposeras, hamacas paraguayas y tragos tropicales. La gente bailaba descalza en la arena y, en ronda, se dejaba llevar al ritmo de la salsa y la bachata. Por varios minutos el sonido de los fuegos artificiales opacó el rugir de las olas.
Pero hoy es otro día y otro año. Son las siete de la mañana del primero de enero del 2014. Todavía quedan los rastros de una noche agitada. Sobre las calles de tierra del pueblo hay botellas vacías y en las esquinas aún arden las montañas de cenizas. La quema de muñecos de aserrín en vísperas del año nuevo es una vieja tradición del lugar. En la orilla del mar hay colillas de cigarrillos desparramadas y algunos turistas borrachos duermen en la arena. De a ratos un vaho a fritura de los puestos callejeros invade el lugar y una espesa neblina cubre el paisaje costero. Dos perros callejeros deambulan por ahí en búsqueda de comida.
Somos pocos los que esta mañana de enero estamos despiertos y por navegar el Océano Pacífico. Una lancha que tiene el nombre “Winston Churchill” pintado en su estribor nos llevará en dirección suroeste a la Isla Salango, un albergue natural de aves.
─¡Feliz año nuevo! ─nos grita una niña ecuatoriana. Y luego agrega:
─Yo voy a ser su guía─. Lo dice susurrando, con vergüenza. Pero sus ojos curiosos parecen contradecir esa timidez. Son grandes y oscuros. A medida que habla sus pestañas largas y tupidas se mueven como un subibaja. Se llama Geraldine, tiene once años y la piel morena. Viste un vestido pero debajo le sobresalen los breteles de una bikini azul. Se mueve descalza y libre por el bote como si estuviera en el patio de su casa. Quizás lo sea. Es la única que no usa salvavidas.
Mientras nos alejamos de la costa y las embarcaciones pesqueras se hacen cada vez más lejanas los pelicanos vuelan a nuestro alrededor. Durante el viaje vemos acantilados y playas de arenas blancas. La isla es parte del área marina del Parque Nacional Machalilla.
Bastan unos pocos minutos para que Geraldine entre en confianza y juegue con mi pelo mientras explica las características y la fauna del lugar.
─Los pájaros que están encima del acantilado son piqueros de patas azules. Los machos hacen un sonido como un silbido y las hembras croan como las ranas. ¿Sabías que la playa de allá se llama la “Playa del amor”? ¿Sabés por qué?─dice y antes que pueda responderle que no, se apresura a contestar:
─Porque las tortugas van a tener hijitos ahí. ¿Sabías que mucha gente viene acá para casarse? ¿ Estás casada? ─me pregunta.
Luego se acerca a mi oído, confiesa -con tono inocente-que tiene un noviecito en la escuela y sonreímos con complicidad.
Bonus Track: Tips Viajeros
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