Un adiós sobre rieles

Un adiós sobre rieles

Un adiós sobre rieles. Una historia de amor y despedida en la Estación de Cecina, Italia.

Un adiós sobre rieles

Las veo despedirse. Son dos mujeres de no más de 25 años. Lloran sin pudor; como si estuvieran solas en una clínica y un médico les dijera que una de ellas tiene una enfermedad incurable. Pero no están solas. Están –estamos– en la Estación de Trenes de Cecina, una localidad costera de Italia, con destino a Pisa. Es sábado 23 de julio y el calor es invasivo. No puedo dejar de mirarlas desde mi ventanilla mientras transpiro y formulo hipótesis con sus llantos. A la gente de mi alrededor parece no importarle. Están con la mirada baja, embobados en las pantallas de sus celulares, leyendo novelas o inmersos en sueños.

La pareja se abraza sobre el Andén 3 mientras el tren está detenido. Comienzan a susurrarse palabras en el oído tomadas de la mano. Luego se besan; lo hacen despacio como un caracol que lleva su hogar a cuestas. Parece que quisieran alargar esos segundos previos al arranque del tren. Pero llega la hora.

La muchacha de pelo rapado al costado y flequillo rubio platinado tiene los puños apretados. Cierta bronca se trasluce en su mirada. Como si la partida le pesara más que la mochila que carga en su espalda. Finalmente se sube abruptamente al vagón donde estoy.

Un adiós sobre rieles
Un adiós sobre rieles

La chica que se queda en la estación se toca una y otra vez el piercing de su cartílago izquierdo mientras empieza a escuchar el sonar metálico de las ruedas sobre los rieles. De tez pálida y rulos apretados, lleva puesto unos anteojos de marcos grandes y rojos, bien llamativos. La veo por última vez y debajo de los lentes continúan las lágrimas enérgicas que corren el maquillaje. La otra joven se sienta en el piso del vagón, tal vez para no mirarla más. Acomoda su mochila de 60 litros y se desploma sobre ella. Se calza sus auriculares y se aísla del mundo, como el resto de los pasajeros enajenados.

¿Se marcha? ¿O en realidad está regresando? ¿Volverán a verse? ¿O habrá sido sólo un amor de verano? Desconozco muchas cosas: sus nombres, sus nacionalidades, el por qué de ese adiós encendido. Imagino posibles desenlaces. En ninguno se reencuentran.

Aclaración: Este relato forma parte de uno de los textos publicados en mi primer libro: “En movimiento. Geografía interna de una chica que viaja de acá para allá”. 

Es un libro que rememora estados de ánimo y despierta sensaciones en una milonga, a la espera de un tren, mientras se navega en la selva, se recorren los pueblos de los antepasados o bajo el refugio de algún lugar llamado hogar. Estos relatos, crónicas y poemas saltan con sutileza del amor y el desamor, a los viajes en búsqueda de las raíces, pasando por la danza y las realidades de las mujeres en distintas partes del mapa; nos habla de las cotidianidades de un estado permanente: el de ser viajera hasta en su propia casa.

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